
Dos hombres con máscaras de lucha libre mexicana salen al escenario unos minutos después de las nueve. La gente no entiende nada pero los gritos comienzan a tomarse el lugar. Tras ellos, aparece el trío italiano Zu y el hombre más esperado de la noche, Mike Patton. Ocho mil personas en el Arena Movistar y el lugar parece venirse abajo.
El show comienza y nadie entiende nada. Porque la sorpresa del show es omitir los hits y reemplazarlos con ruidos estridentes generados por una gran maquinaria y sintetizadores que acompañan los gritos del ex Faith No More. Su voz parece desacoplada pero es parte del experimento que hay detrás de una música completamente sincronizada y que tiene a la gente casi hipnotizada, como perpleja. Pero no es que no les guste, porque él cuenta con un público fiel y las lienzos que dicen “Patton is my god” abundan.
La veneración que genera el norteamericano es envidiable. Después de cada canción, sólo vienen aplausos. Y lo que impresiona es que un proyecto desconocido para la gran mayoría, tiene a todos satisfechos. El juego electrónico con la mezcla de metal, punk y un poco de free jazz es ovacionado y luego de una hora de show, el bolero mexicano cantado en italiano, en el que despliega toda su calidad vocal deja en claro por qué no era necesario recurrir a la nostalgia para llevarse a la gente en el bolsillo y salir más que airoso del escenario.
Pero la noche no se acaba todavía. Tras Patton y una larga espera, cerca de una hora, aparece en gloria y majestad el otro plato fuerte de la jornada, Chris Cornell. Energético y súper conversador comienza con un par de canciones de su último disco Scream, que no prenden mucho a los fans. Pero luego de eso llegan los llantos. Con una voz impecable, empieza un repaso por Soundgarden, Audioslave y su mejor repertorio solista. “Spoonman”, “Show me how to live”, el cover de “Billy Jean” en versión balada y la gente ya no quiere más. Mientras, Cornell disfruta jugando arriba del escenario, subiéndose a la batería y rompiendo el atril del micrófono al más puro estilo rockstar.
Ya han pasado dos horas de show y el final no se ve ni cerca. Llega el momento de piropear al público, que a pesar de la hora sigue cantando. Cosas como “este es el mejor público del mundo” y “son los mejores, cuando esté con otras bandas se los voy a contar”, dejan a la gente eufórica y dan paso a la parte acústica del show. Con su guitarra de palo en mano interpreta “Fell on black days” y se va ovacionado. Pero por supuesto hay bis, y con un set list de 30 canciones, deja lo mejor para el final.
“Black Hole Sun” de Soundgarden revoluciona al Arena Movistar. Una y media de la mañana y la energía es como si el show estuviera recién empezando. Pero las sorpresas no terminan ahí. Cuando las luces se prenden y cuando todos creían que ya, después de dos horas y media, el cuento se había acabado, Chris Cornell vuelve al escenario por última vez para cerrar tres horas de nostalgia, potencia y una increíble voz.
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