El power de los noventa

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Cuatro horas de música y el rock como religión. Una reunión para rendirle culto a la locura de Patton y a la voz del ex Soundgarden. Por Daniela Pérez


Dos hombres con máscaras de lucha libre mexicana salen al escenario unos minutos después de las nueve. La gente no entiende nada pero los gritos comienzan a tomarse el lugar. Tras ellos, aparece el trío italiano Zu y el hombre más esperado de la noche, Mike Patton. Ocho mil personas en el Arena Movistar y el lugar parece venirse abajo.
El show comienza y nadie entiende nada. Porque la sorpresa del show es omitir los hits y reemplazarlos con ruidos estridentes generados por una gran maquinaria y sintetizadores que acompañan los gritos del ex Faith No More. Su voz parece desacoplada pero es parte del experimento que hay detrás de una música completamente sincronizada y que tiene a la gente casi hipnotizada, como perpleja. Pero no es que no les guste, porque él cuenta con un público fiel y las lienzos que dicen “Patton is my god” abundan.
La veneración que genera el norteamericano es envidiable. Después de cada canción, sólo vienen aplausos. Y lo que impresiona es que un proyecto desconocido para la gran mayoría, tiene a todos satisfechos. El juego electrónico con la mezcla de metal, punk y un poco de free jazz es ovacionado y luego de una hora de show, el bolero mexicano cantado en italiano, en el que despliega toda su calidad vocal deja en claro por qué no era necesario recurrir a la nostalgia para llevarse a la gente en el bolsillo y salir más que airoso del escenario.
Pero la noche no se acaba todavía. Tras Patton y una larga espera, cerca de una hora, aparece en gloria y majestad el otro plato fuerte de la jornada, Chris Cornell. Energético y súper conversador comienza con un par de canciones de su último disco Scream, que no prenden mucho a los fans. Pero luego de eso llegan los llantos. Con una voz impecable, empieza un repaso por Soundgarden, Audioslave y su mejor repertorio solista. “Spoonman”, “Show me how to live”, el cover de “Billy Jean” en versión balada y la gente ya no quiere más. Mientras, Cornell disfruta jugando arriba del escenario, subiéndose a la batería y rompiendo el atril del micrófono al más puro estilo rockstar.
Ya han pasado dos horas de show y el final no se ve ni cerca. Llega el momento de piropear al público, que a pesar de la hora sigue cantando. Cosas como “este es el mejor público del mundo” y “son los mejores, cuando esté con otras bandas se los voy a contar”, dejan a la gente eufórica y dan paso a la parte acústica del show. Con su guitarra de palo en mano interpreta “Fell on black days” y se va ovacionado. Pero por supuesto hay bis, y con un set list de 30 canciones, deja lo mejor para el final.
“Black Hole Sun” de Soundgarden revoluciona al Arena Movistar. Una y media de la mañana y la energía es como si el show estuviera recién empezando. Pero las sorpresas no terminan ahí. Cuando las luces se prenden y cuando todos creían que ya, después de dos horas y media, el cuento se había acabado, Chris Cornell vuelve al escenario por última vez para cerrar tres horas de nostalgia, potencia y una increíble voz.

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